Diario corazon de un niño

EDMUNDO DE AMICIS

CORAZÓN

Corazón
Edmundo de Amicis
© Pehuén Editores, 2001

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EDMUNDO DE AMICIS

CORAZÓN

PRÓLOGO DEL AUTOR
Este libro está dedicado particularmente a los niños de las escuelas elementales, de nueve a trece años, y se podría titular La historia de un año escolar escrita por un alumno de tercer grado de una escuela municipal de Italia. Diciendo «escrita por unalumno de tercer grado», no quiero significar que la haya escrito así, tal cual está impresa. El anotaba en un cuaderno, (paulatinamente y como sabía hacerlo) lo que había visto, oído, pensado en la escuela y fuera de ella; y su padre, al terminar el año escolar, guiándose por esos apuntes, escribió estas páginas, tratando de no alterar el pensamiento y de conservar, en lo que fuera posible, laspalabras del hijo, el cual, cuatro años después, cuando ya estaba en el secundario, releyó el manuscrito y le agregó algo, valiéndose para ello de los recuerdos aún frescos que conservaba de personas y cosas. Ahora que ustedes conocen su origen, lean este libro. Yo espero que los entretenga y regocije.

© Pehuén Editores, 2001

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EDMUNDO DE AMICIS

CORAZÓN

OCTUBRE*
EL PRIMER DÍA DECLASE
UNES

L

17. HOY, PRIMER DÍA DE CLASE. ¡Como un sueño pasaron los tres meses de vacaciones en el campo! Mi madre me llevó esta mañana a la escuela Baretti para inscribirme en tercero elemental. Iba de mala gana porque aún recordaba el campo. Toda la calle hormigueaba de muchachos. Las dos librerías cercanas estaban llenas de padres y madres que compraban bolsones, libros y cuadernos.Delante de la escuela se agrupaba tanta gente que el portero, auxiliado por guardias municipales, tuvo la necesidad de poner orden. Próximo a la puerta, me tocaron el hombro. Era mi profesor de segundo año, siempre alegre, con su crespo cabello rubio. Me dijo: –¿Con que, Enrique, nos separamos para siempre? Yo lo sabía bien, pero me dieron pena esas palabras. Entramos a empellones. Señoras,señores, mujeres del pueblo, obreros, oficiales, abuelos, empleadas, todos con niños en una mano

y con certificados de notas en la otra, llenaban el vestíbulo y las escaleras, produciendo un rumor que parecía la entrada de un teatro. Volví a ver con alegría aquel gran patio, con las puertas de las siete salas, por donde pasé durante tres años casi todos los días. Entre el gentío, los profesores iban yvenían. Mi maestra de primero me saludó desde la puerta de su clase diciendo: –¡Enrique, tú vas este año al piso superior. Ni siquiera te veré pasar! –y me miró con tristeza. El director estaba rodeado por un grupo de madres molesta porque sus hijos no tenían vacantes. Me pareció que tenía la barba un poco más blanca que el año pasado. Encontré algunos muchachos más altos, más gordos. Abajo, dondecada uno ocupaba su lugar, vi a los más pequeños, que no querían entrar en la sala, defenderse como potrillos encabritados, pero a la fuerza les obligaban a entrar a la clase, y aun así, algunos se escapaban después de estar sentados en los bancos. Otros, al ver que sus padres se alejaban, rompían a llorar, y era preciso que ellos volvieran a consolarlos, en medio de la desesperación de laprofesora. Mi hermanito quedó en el curso de la maestra Delcati; yo, en el del profesor Perboni, en el segundo piso. A las diez estábamos todos en clase. Cincuenta y cuatro en la mía y sólo quince o dieciséis eran antiguos compañeros de segundo, entre ellos Derossi, el que siempre obtenía el primer premio. ¡Qué pequeña y triste me pareció la escuela al recordar los bosques y las montañas donde pasé elverano! Hasta pensaba en mi maestro de segundo, tan bueno, tan risueño con nosotros que casi parecía un compañero más. Sentía no verlo allí, con su cabeza rubia enmarañada. Nuestro profesor de ahora es alto, sin barba, con el cabello cano, y tiene una arruga recta sobre la frente; su voz es ronca y nos mira fijo, uno después de otro, como si leyera dentro de nosotros. Nunca ríe. Yo decía para…