Mi autoria

Existió una vez una chica llamada Estefanía. Ella era joven, no muy bonita, y como cualquier otra persona tenía muchos deseos e ilusiones por cumplir, su vida estaba llena de sueños y de la esperanzaque aguarda la juventud de hoy. Pero un día llegó la tragedia a su vida…pues se enamoró perdidamente de alguien que ni en sueños iba a corresponderle. Era de esos amores ciegos que nos hacen vercosas que no son, que nos hacen alucinar y que nos hacen sentir que estamos en la novena nube cuando tenemos los pies bien pegados a la tierra.
Pero regresando a Estefanía, su enamorado seceto no sóloya tenía novia, sino que no sabía que Estefanía existía. Ella era una adolescente, y como a toda adolescente este asunto la tenía angustiada,ansiosa, eufórica, todo al mismo tiempo. Ideó hacer algopara llamar la atención de ese chico tan especial. Se le ocurrió ser porrista, de esas animadoras que gritan como locas cuando hay juegos de futbol, basquetbol y más… de esas que dicen:¡Vamos, vamosequipo, arriba ese ánimo! aunque sepan que la probabilidad de ganar ese juego sea más que imposible. Luego Estefanía recordó que ya era porrista desde hacía un año y medio… en ocasiones podía ser unpoco distraída.
Entonces a su mente llegó otra idea, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por su “amor”. Pensó en fingir un accidente de gravedad; se lanzaría de una de las escaleras mas altasque había en su escuela,fingiría un desmayo y así llamaría la atención de su enamorado justo en el momento en que él pasara por ahí. Ya lo había calculado todo previamente… había seguido un par deveces a ese chico y había tomado el tiempo de las actividades que su amado realizaba y con que duración las realizaba. Pero no contó con una pequeña dificultad, su reloj estaba adelantado casi una hora.Estuvo ahí esperando al chico cuando él ya había pasado mucho tiempo antes. A Estefanía todas las cosas le salieron al revés, su impaciencia la hizo caminar en círculos repetidamente, tropezó…