Historias griegas

Las bodas de Cadmo y Harmonía
Roberto Calasso
Barcelona: Anagrama, Col. Compactos, segunda edición, marzo 1999.
Fragmentos seleccionados con fines educativos por Juan Graciano Solano Vargas.
[Colocación en Biblioteca del CCH Oriente: PQ4863/A35]

I
La actitud de Platón hacia los mitos es la que a veces conquistan los más lúcidos de los modernos. Los más toscos, sin embargo, siguendiscutiendo acerca de la palabra creer, palabra fatal en relación con los mitos, como si para los antiguos se hubiera tratado de creer con la misma supersticiosa convicción con que los filólogos de la época de Wilamowitz creían en el encendido de una bombilla sobre la mesa de su estudio. No, ya Sócrates, poco antes de morir, lo había aclarado: se entra en el mito cuando se entra en el riesgo, y el mitoes el encanto que en ese momento conseguimos hacer actuar en nosotros. Más que una creencia, lo que nos rodea es un vínculo mágico. Es un hechizo que el alma aplica a ella misma. «Hermoso es, en efecto, este riesgo, y con estas cosas en cierto modo tenemos que encantamos [epádein] a nosotros mismos.» Epádein es el verbo que designa el «canto encantador». «Estas cosas», en la banalización de laforma pronominal, son las fábulas, los mitos.

En Grecia, el mito escapó al rito como el genio de la botella. El rito está vinculado al gesto, y los gestos son limitados: ¿qué hacer además de quemar, derramar, inclinarse, untarse, competir, comer, copular? Pero si las historias comienzan a volverse independientes, y desarrollan nombres y relaciones, un día se descubrirá que siguen viviendo porsu cuenta. Únicos en el Mediterráneo, los griegos no se transmitían sus historias a través de una autoridad sacerdotal. Eran historias erráticas, y también por ese motivo se embrollaban con tanta facilidad. Los griegos se acostumbraron, como a un hecho normal, a oír las mismas historias contadas con tramas diferentes. Y no existía una autoridad última a la que referirse para saber cuál era laversión justa. Homero era el último nombre evocable: pero Homero no había contado todas las historias.
La fuga de los mitos del rito recordaba las continuas hazañas adulterinas de Zeus. Con esas incursiones, el que era el padre de Dice [dike] y la hacía sentar a la derecha de su trono, figura de la Justicia y del Orden, revelaba ser «contrario a la justicia» e incubar un «pensamiento contrario alorden». Que el arbitrio no estuviera perennemente condenado, sino que pudiera por lo menos llegar desde arriba: éste fue el regalo de la era de Zeus. Las incursiones divinas eran una repentina superabundancia de la realidad. Así, respecto de la áspera coacción ritual, la historia era un desbordamiento continuo del que después quedaban visibles los restos: los personajes.

En los mitos griegoshabía mucho de implícito que para nosotros se ha perdido. Cuando contemplamos el cielo nocturno, la primera impresión es de estupor ante un amontonamiento aleatorio, disperso sobre un fondo oscuro. Platón todavía reconocía «los frisos del cielo». Y consideraba que esos frisos eran las imágenes «más bellas y más precisas» en el orden de lo visible. A nosotros, por el contrario, nos pareceprohibido percibir un orden, y menos aún un movimiento dentro de ese orden, allí donde nos enfrentamos con una faja blanca rayada, la Vía Láctea, cinturón de una giganta. E inmediatamente pensamos en las distancias, en los inconcebibles años luz. Hemos perdido la capacidad, incluso óptica, de situar los mitos en el cielo. Sin embargo, reducidos a su corteza fragante de historias, los mitos griegos siguenresultándonos cohesivos y unidos, hasta en sus más ínfimas variantes, como si supiéramos por qué están unidos. Y no lo sabemos. Un rasgo de Hermes o de Artemis o de Afrodita o de Atenea forma parte de sus figuras como si la misma tela se encontrara en la casualidad de los jirones supervivientes.

No debemos lamentamos demasiado de haber perdido muchos secretos del mito, aunque tengamos que…