El jarron azul

EL JARRON AZUL

Hace ya varios lustros apareció en inglés un pequeño libro cuyo título podría traducirse como se ve arriba; su autor es Peter B. Kyne. El libro es poco conocido, su contenido en cambio se ha difundido bastante en forma verbal.

Cayó en nuestra manos una traducción y resumen del referido libro y por considerar que del relato se puede extraer una moraleja muyestimulante, la reproducimos cambiando nombres de personas y de lugares tratando de adaptarla a nuestro país.

El señor Eustaquio Rivera, mejor conocido como “Capi”, fué el fundador y el espíritu dirigente de una importante empresa maderera y de barcos. En teoría, ya se había retirado de la dirección activa del negocio, pero en realidad continuaba siendo su principal guía y consejero,rehusando, como él mismo se expresó, a abandonar su actividad mental no obstante haber suspendido su actividad física.

Los ayudantes y administradores activos de Capi eran el señor Ortiz, encargado del negocio de maderas y Carlos Contreras, quien dirigía el de barcos. Ambos eran hombres competentes en quienes Capi tenía plena confianza, aunque a veces le entraban dudas de su buen criterio,especialmente en lo que se refiere a juzgar la capacidad de otros.

El problema que estos tres personajes confrontaban, según principia la historia, era la situación que existía en su oficina de Buenos Aires. El empleado que habían enviado a hacerse cargo de ella estaba dando mal resultado, aunque esto no sorprendía a Capi, porque en su opinión carecía de ciertas cualidades que él considerabaesenciales.

Ortiz, ¿tienes un candidato para el puesto?, preguntó Capi.

Siento decirle que no, señor Rivera todos los empleados que tengo bajo mis órdenes son jóvenes… demasiado jóvenes para asumir esa responsabilidad.

¿Qué quieres decir con demasiado jóvenes?, replicó Capi.

Bueno, el único a quien yo consideraba competente para ocupar el cargo sería González yél apenas tiene unos treinta años.

Treinta años, ¿eh?; pues si no mal recuerdo, yo te empecé a pagar un sueldo de doscientos mil pesos al año y a confiarte la responsabilidad de 20 millones cuando apenas tenías veintiocho.

Es cierto, pero González… bueno, no hemos puesto a prueba todavía su competencia.

¡Ortiz! interrumpió Capi con voz resonante, no alcanzo a comprendertodavía por qué no te he mandado al diablo. ¿Dices que todavía no hemos puesto a prueba la competencia de González?. Por que tenemos aquí gente que no sabemos lo que puede hacer… ¡contéstame! El mundo de hoy es el mundo de la juventud y métete eso en la cabeza.

Dirigiéndose hacia el otro administrador continuó.

¡Carlos!, ¿qué te parece González para el puesto de Buenos Aires?Lo creo capaz

¿Por qué?

Porque lleva bastante tiempo con nosotros para haber adquirido la experiencia necesaria.

¿Crees, Carlos, que también tenga el valor necesario para asumir la responsabilidad?. Esto es más importante todavía que la tal experiencia que Ortiz y tú consideran como lo más esencial.

De eso nada puedo decirle a usted, pero me parece quetiene energía e iniciativa, y personalmente es agradable.

Bueno, antes de mandarlo hay que convercernos de que tiene energía e iniciativa… de si las tendrá cuando tenga que tomar una decisión inmediata, a ocho mil kilómetros de distancia de sus jefes a quienes pudiera consultar, y proceder acertadamente de acuerdo con su criterio. Eso es lo más importante. Ortiz.

Tiene ustedrazón, señor Rivera, y creo que usted es quien debe hacer la prueba.

De acuerdo, Ortiz. El próximo representante que mandemos a Buenos Aires tendrá que ser un luchador que no se dé por vencido. Ya hemos tenido allá tres que resultaron un fracaso y de esos no queremos más.

Sin decir otra palabra, Capi se echó de espaldas en su sillón giratorio y cerro los ojos.

Parece…