El ensayo de la soledad

«ESTA NOCHE ABRIRÉ TUS SUEÑOS CON MI VIEJO ABRELATAS»

Una entrevista con Enrique Verástegui, por Oscar Miranda y Martín Paredes

A fines de 1971 los lectores de poesía peruanos se vieron sacudidos por setenta páginas de versos rotundos, hermosos, plenos de intensidad y energía juvenil, de rebeldía frente a lo establecido. Con su primer libro, En los extramuros del mundo,Enrique Verástegui (Lima, 1950) se erigió como uno de los más importantes poetas de Latinoamérica, según la crítica de entonces. Un libro con el que se casaron muchos sanmarquinos. Han pasado treinta años y Verástegui, habitante de las fronteras de la lucidez, continúa edificando catedrales de versos desde su exilio interior, cada vez más ampulosas, cada vez más inexpugnables. Quehacer se reuniócon él durante una larga noche de sábado en algún lugar al este de Lima.

Existe en Lima un hombre que pretende expresar por medio de un esquema lógico la estructura matemática del universo. El hombre tiene la piel oscura, los ojos achinados detrás de gafas torcidas y la cabellera desordenada como un árbol abrasado por el fuego. Por momentos, un aire de ángel maldito. A nadie debe sorprenderque se imponga tan ambiciosa tarea: su vida entera está determinada por desafíos de esa naturaleza. Con su último libro, Apología pro totalidad (2001), se propone crear un álgebra del siglo XXI, fundar un nuevo tipo de ensayo que fusione las matemáticas con la creación verbal, en pos de un objetivo supremo: totalizar el conocimiento humano. Ese es Enrique Verástegui. Durante los años 70 fueconsiderado uno de los poetas jóvenes más importantes de Latinoamérica. Hoy tiene 51 años, una decena de libros publicados y un aura mítica que ostenta casi a su pesar, resignadamente.

Por circunstancias ajenas a su espíritu (su madre se ha establecido en Lima en la casa de sus hijas, y el poeta depende de ella en muchos sentidos) Enrique Verástegui ha dejado San Vicente de Cañete, su hábitat pormuchos años, y desde hace algunos meses da vueltas como pantera enjaulada en aquella residencia de La Molina, cercada por el concreto. Como hace muchos años, se dedica exclusivamente a leer y escribir. La mayor parte del tiempo se aburre en su soledad involuntaria. Pero a veces sus ocasionales visitantes descorchan un par de botellas de tinto, encienden cigarrillos, y pone a trabajar su memoria. Yentonces Enrique Verástegui recuerda.

Recuerda por ejemplo cuando salió de Cañete, dejando atrás una adolescencia laica (fue acólito del Opus Dei a los catorce años) de basketbolista, con un hato de poemas y obras de teatro como equipaje. Su llegada a Lima, a San Marcos, a la Facultad de Economía (que el padre imponía como su lugar de estudios). Recuerda que en la mochila llegaron con él dospoemarios inéditos, «Paisaje» y «Silencio», que fueron a parar al archivo de su gran amigo Jorge Pimentel en prueba de amistad. El primero de ellos se ha perdido. «Silencio» existe aún. Si los visitantes insisten, Verástegui recordará el momento en que En los extramuros del mundo salió de las imprentas; la conmoción que produjo en los círculos literarios. Los elogios llovieron, algún crítico loconsideró un verdadero genio. Ya pertenecía al Movimiento Hora Zero, parido en los patios de la Villarreal. Cuando recuerde esos momentos Verástegui sonreirá dulcemente y en sus ojos habrá un brillo infantil.

-¿Qué unía a Hora Zero como grupo literario?

-Nos unía el amor a la poesía. La fascinación, la absoluta locura por la poesía.

-¿Por qué no seguir un camino solitario?

-Porqueintentamos, y creo que lo hemos logrado, fundar una nueva poesía que no implicara la negación del individuo al interior del grupo. En Hora Zero (HZ) cada uno era consciente de que se llamaba y apellidaba de tal modo; y cada uno firmaba sus cheques con su pluma.

-Uno de los postulados básicos de HZ era el poema integral. ¿Cómo lo entendías tú?

-A mí lo que me interesaba era que funcionara el…