El circulo de tiza caicasiano

EL CÍRCULO DE TIZA DE AUGSBURGO

En tiempos de la guerra de los Treinta Años vivía en la ciudad libre imperial de Augsburgo del Lech un protestante suizo llamado Zingli, dueño de una gran curtiduría y almacén de cueros. Estaba casado con una muchacha de Augsburgo, que le había dado un hijo. Cuando los católicos marcharon sobre la ciudad, sus amigos le instaron a que huyera, mas, bien fueraporque su pequeña familia le retenía, bien porque no quería dejarlo todo plantado en su curtiduría, lo cierto es que no supo decidirse a tiempo.
Seguía, pues, en la ciudad en el momento en que la invadieron las tropas imperiales, y cuando por la noche comenzó el saqueo, corrió a ocultarse en un foso del patio donde se guardaban los colorantes. Su mujer debía refugiarse junto con su hijo en la casaque unos parientes suyos tenían en las afueras de la ciudad, mas se entretuvo demasiado en recoger sus cosas: vestidos, joyas y ropa de cama, y cuando quiso darse cuenta y se asomó a una de las ventanas del primer piso que daban al patio vio con sorpresa cómo irrumpía en él un pelotón de soldados imperiales. Muerta de miedo, lo dejó todo como estaba y huyó por la puerta trasera.
El niño quedóabandonado en la casa. Tendido en su cuna, en medio del vestíbulo, se entretenía jugando con una bolita de madera suspendida del techo por un hilo.
Fuera del niño no quedaba en la casa más que una joven criada, que, mientras se hallaba en la cocina fregando el cobre, oyó ruidos procedentes de la calleja. Se abalanzó hacia la ventana y vio cómo la soldadesca arrojaba desde el primer piso de la casa deenfrente el producto de su pillaje. Corrió entonces la criada al zaguán, y cuando se disponía a sacar al niño de la cuna, oyó cómo golpeaban la puerta de roble de la calle. Presa de pánico, corrió escaleras arriba.
El zaguán se llenó inmediatamente de soldados borrachos y dispuestos a no dejar títere con cabeza. Sabían que aquélla era la casa de un protestante.
Milagrosamente, no descubrieron aAnna, que así se llamaba la criada, durante el registró y saqueo de la casa. Tan pronto como se hubo alejado la soldadesca, salió Anna del armario que había utilizado como escondrijo a ver al niño, al cual encontró sano y salvo en el vestíbulo. Rápidamente lo tomó en sus brazos y salió con él al patio procurando no hacer ruido. Había ya anochecido mientras tanto, pero el rojizo resplandor de unacasa que ardía no lejos de allí iluminaba el patio. Con horror descubrió en ese momento la criada el cadáver mutilado de su amo. Los soldados habían sacado al curtidor del foso y le habían asesinado.
Sólo entonces comprendió la muchacha el peligro que corría llevando en brazos por la calle al hijo de un protestante. Con gran pesar de su corazón, lo devolvió, pues, a su cuna, le dio leche y, trasacunarlo para que se durmiese, se dirigió hacia el lugar de la ciudad donde vivía su hermana casada. A eso de las diez de la noche, y acompañada por el marido de su hermana, Anna se abrió de nuevo paso entre la soldadesca, que celebraba su victoria, para tratar de localizar a la madre de la criatura, la señora Zingli. Llamaron a la puerta de un caserón. La puerta se entreabrió, pasado un rato, ypor la abertura asomó la cabeza de un pequeño anciano, el tío de la señora Zingli. Anna le comunicó, casi sin aliento, que el señor Zingli había muerto, pero que el niño estaba sano y salvo en casa de su madre. El anciano la miró fríamente con ojos de pescado y le explicó que su sobrina no estaba ya allí, y que él, por su parte, no quería saber nada del bastardo protestante. Tras lo cual volvió acerrar la puerta. Mientras se alejaba, el cuñado de Anna vio correrse una cortina en una de las ventanas, de lo cual dedujo que la señora Zingli seguía allí. Al parecer no se avergonzaba de negar a su propio hijo.
Anna y su cuñado caminaron un rato en silencio. De pronto, la muchacha confesó su propósito de volver a la curtiduría para recoger al niño. El cuñado, hombre ordenado y tranquilo, la…