Cuentos

Las hadas:
Las Hadas existen, dijo con absoluta certeza mientras miraba hacia los bosques de concreto que se dibujaban en el horizonte al tiempo que sacudía el polen de su cuerpo.
– Las Hadas no existen, le respondió ella mientras ordenaba el pétalo sobre el que habían dormido esa noche.
Por un momento se quedaron en silencio observando cómo el sol iba descubriendo cada detalle del paisaje quehabitaban.
– Las hadas tienen el cabello oscuro -dijo – Hay veces en que su piel es del color del caramelo y el sonido de sus risas es aun más bello que el de nuestras vertientes cuando descienden desde las montañas. Pero también hay veces en que están tristes y estrellas cristalinas se escapan de sus ojos. Si miras fijamente a los ojos de las hadas podrás ver lo que ellas han visto y si ellas lopermiten, podrás sentir lo que ellas han sentido.
– Pues te digo que no existen las hadas – volvió a refutar ella mientras con una pequeño aguijón cocía un trocito de hoja dañada por el viento.
Él se quedó nuevamente en silencio mirando el horizonte.
– Si, estoy seguro de que las hadas existen. Entonces agitó sus alas y elevó el vuelo hasta la cima de los árboles desde donde podía mirar aun masallá del horizonte que limitaba su vista.
– No- volvió a decir ella esta vez en voz baja -las hadas no existen- y en un breve momento sus alas transparentes cubiertas por su larga cabellera se agitaron con la bisa de la mañana.

El mágico suspiro
: El sonido agudo del violonchelo, que Aleiza escuchaba, se acrecentaba a cada momento y parecía ir conforme a sus pensamientos. Aleiza se preguntaba si conun instante catastrófico como el que se escuchaba en el violonchelo podría salir la multiforme acumulación mórbida que habitaba en su cuello.
La extraña masa que sentía en sus entrañas era la aglomeración de sentimientos atrapados: estaba embrujada y su castigo era no poder pronunciar ni una sola palabra de su pena y ser incapaz de derramar lágrimas de cocodrilo, como las que acostumbrabaderrochar por lo más insignificante.
Lo que provocó dicha situación fue la muerte de Oliver, su amante. Aleiza se enteró del descenso un miércoles de madrugada y al día siguiente acudió al entierro. Tenía que pasar desapercibida pero no lo consiguió Mayra, la esposa, la miró con sus ojos negros penetrantes y en ese momento poseyó todos sus pensamientos.
Desde entonces Aleiza permanecía día y nocheencerrada en su cuarto. Era un cuarto simple pero lindo, en el que pasó los mejores momentos de romance con Oliver, estaba adornado con un hermoso papel tapiz blanco con acabados de tulipanes, un colchón rojo aterciopelado, un librero polvoriento y sus amadas y enormes chinchetas que tenía incrustadas en la pared del fondo del cuarto donde practicaba su papel de araña para su próxima presentación dedanza.
Sólo podía pensar en deshacerse del animal que creía tener atorado en la garganta. Tenía el presentimiento de que en un instante súbito lo podía sacar. Tomó un vidrio que estaba en el suelo, cuando lo agarró el reflejo del sol la deslumbró y supo que lo que hacía era lo correcto.
Trepó chincheta tras chincheta hasta llegar al lado superior izquierdo de la pared, quedó en cuclillas entre doschinchetas y perforó su cuello con el vidrio, chorros de sangre salían de forma precipitada y un coagulo enorme calló al suelo, retorciéndose como gusano.
Por fin en su último suspiro las compuertas del llanto se abrieron, una lagrima enorme y cristalina rodó lentamente por su mejilla y el animal postrado en el suelo también desfalleció.

El ángeles:
alcohol era mi amigo. Desde la adolescenciasiempre encontraba un motivo para beber.
Al pasar los años ni los tratamientos a que me sometí, ni los ruegos de mi madre lograron que dejara la bebida.
Pero algo sucedió en mi vida que logró mi liberación del vicio del alcohol.
Regresaba a mi casa después de una noche de fiesta. Traía unas copas de más.
Al poner la llave en la cerradura, escuché un sollozo, giré y lo vi; era un niño pequeño….