Cartas a la ciencia introito

Hamburgo, Alemania Diciembre de 2009.

Mi muy amado J. Vassler

Quiera el único y sempiterno Dios que al momento de recibir esta misiva sea grande el animo en tu corazón para seguir viviendo en paz, inundado del amor de tu Rachel y tus vástagos Michelina y Alexander; que no te llegue mi queja por no mirar tu rostro que, si bien te he negado el mío es por no alarmarte de las marcas que dejan enel cuerpo ochenta y cinco años aderezados por el moho del claustro al que me he conferido acompañado de mis oraciones y preciados libros. No muy aparte de este deseo se encuentra el anhelo de que te hayas desecho del enojo de haberte dejado solo en un mundo al que te introduje casi por la fuerza de una irrefrenable curiosidad por la naturaleza y su relación con aquel fenómeno quelingüísticamente llamamos Física; si así fuere, mitiga el dolor del abandono a mi ´locura´ y ´desrazón´ por dedicar mi vida al Señor cuando mi esposa e hijos no pudieron entender la necesidad en mi de entender la relación entre Él y Sus Creaturas. ¡Ah, mis amores más preciados en esta Tierra!. Si bien en nada pueden quejarse por el cumulo de comodidades con que los llene, es triste que nunca me hayanrecibido en casa después de mi partida y, Sandra, quien gozará de mis amores y yo de sus favores, olvidara que jurará un amor incondicional y eterno, que hoy no tolere las partículas en el aire y suplique se lleven a la lejanía mi nombre. No sé, si quizás aún desearas unos gramos de venganza por mi acción para contigo, ojala te sirva saber que, salvo los momentos que dedico a la meditación y la oraciónla soledad cumple con su afán de verdugo y suele colarse con el frió disfrazado de viento por la ventana con tal fuerza que aplasta todas y cada una de las neuronas de mi mente como si se juntasen contra mi todo el peso de las rocas del Seminario obligándome a cerrar fuertemente los ojos y fruncir el ceño hasta dolerme la hombría aunque menos que el de las coyunturas en mis manos buscando calory consuelo entre si; este tormento no cesa hasta que aparecen por aquí Leibniz, Descartes, e incluso Bacón para discutir conmigo algunas de sus notas inconclusas (Ni te cuento el debate encarnizado cuando coinciden Hume y Descartes; yo me río solo de pensar la hecatombe mental que les produciría escuchar a Heidegger o algún perdido Posmodernista)…; lamentablemente Galileo me retiro el saludodesde el momento que cambie el mundo de la Naturaleza por el de la Sociedad y no viene más por aquí. No te espantes por estas revelaciones, dejemos las cosas como excentricidades de un anciano y soñoliento sacerdote. Pero no creo que te de placer mi condición, pues aun guardo en mí como el mayor tesoro los momentos que pasamos juntos en el ambiente de la Universidad y el tutelaje.
Sabe pues que elmotivo de mi carta obedece a que no creo encontrarme con mis carnes un día de estos y, solo deba ocuparme de contemplar el rostro de mi Dios, quiero hacerlo sin pendientes en la Tierra por lo que, encontraras en el fondo de la bolsa de piel que viene con esta, una serie de cartas dedicadas a mis hijos que pretenden contestar cosas que ellos me preguntaron hasta el día que sus almas adolescentes nopudieron más y sucumbieron a los argumentos de su madre a quien aun amo y, segundo, realizar una defensa contra los argumentos que esgrimistas contra mi estudio de la Sociedad mediante el saber de las Ciencias Sociales con el fin de desnudar mi locura y, a saber, por igual busco mitigar la frustración que te obligó a no escribir a este tu viejo y ya cansado maestro.
Pues bien, lamento que hayascaído en el esquema donde debo contar a los absolutistas doctos de cada una de las disciplinas del saber cuando discuten su estatus de Ciencia. ¡Siempre arañas¡ -En el sentido a que tiende con encumbrarse en lo alto, a emanciparse así misma y comienza con ello su debilitamiento-, (Nietzche, 2005: 30) tejen y tejen hasta no poder escapar de su enredo, se fijan así mismo al centro de su telar…