Justicia moral y juridica

?LOS NIÑOS DE LA ESCLAVITUD

Publicado: 28 Abril 2015

Por Claudia Rafael

(APe).- Fuego, humo, asfixia. Esta vez fueron dos niños de 7 y 10 años los devorados por las llamas en el sótano de la casona de Páez 2796, casi Condarco, en Flores. Enrejada y con puertas tapiadas. Dormían aún, a media mañana, cuando se desató un incendio en el taller textil en el que vivían con sus padres: AmparoMenchaca y Julián Rojas, que siguen internados en el Hospital Alvarez con quemaduras. La utopía con la que llegaron desde Bolivia se extinguió velozmente. Como nueve años atrás ocurrió también para Juana Vilca Quispe, de 25 años, embarazada; Elías Carbajal Quispe, de 10; Rodrigo Quispe Carbajal, de 4; Harry Rodríguez Palma, de 3; Wilfredo Quispe Mendoza, de 15, y Luis Quispe, de 4 años, en la fábricatextil de Luis Viale al 1269.
Son unas 25 cuadras las que hay entre uno y otro taller. Pero la densidad y la brutalidad del fuego fue exactamente la misma. La crueldad con que oprime, desde sus duros zarpazos el sistema que tributa al capital, trasciende los tiempos. Puede modificarse en sus números, en las particularidades de sus efectos, pero padece de la misma y oprobiosa intensidad.
El tallerdel barrio porteño de Caballito estaba habilitado desde 2001 para cinco personas y como lugar de trabajo. Aunque vivían unas 65 y trabajaban allí 25. “Esa tarde había pocos chicos, porque la mayoría estaba en el colegio. Pudo haber sido una desgracia mayor. Los padres de Harry estaban en la planta baja con Kevin, el otro hijo del matrimonio. No pudieron subir por la escalera y tampoco pudieronentrar por las ventanas del primer piso porque estaban enrejadas”, decía un sobreviviente nueve años atrás. Aquel incendio dejó al desnudo que la clandestinidad de la industria textil que mueve más de 700 millones de dólares al año sólo entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Conurbano requiere de reducir a la esclavitud para rendir. Doce, catorce y dieciséis horas diarias de trabajo,hacinamiento, salarios ínfimos, enfermedades evitables.
En mayo de 2008, un informe publicado en el diario La Nación, revelaba que “en febrero último, dos popes de la industria textil, Ignacio de Mendiguren (Cámara de la Indumentaria) y Víctor Benyacar (Cámara Argentina de Indumentaria de Bebes y Niños), reconocieron que el 78% de la industria textil está en negro”. Clarín, en tanto, publicó en octubre de2011 que “el 78% de la ropa que se produce en el país se hace con trabajadores fuera del sistema legal. Se lo reveló José Ignacio de Mendiguren, hoy titular de la UIA, cuando era vicepresidente de la Cámara Argentina de la Indumentaria, al entonces ministro de Economía Martín Lousteau, en febrero de 2008. Es decir, entre 150.000 y 200.000 trabajadores. La Defensoría del Pueblo estimó en 12 millos talleres clandestinos en todo el país y por lo menos 3.500 en la Capital Federal”.
En la vieja casona de Páez 2796, del barrio de Flores, la puerta de ingreso estaba tabicada. La causa penal está caratulada como “incendio seguido de muerte” por el simple hecho de que no existe en ningún Código una figura que exponga para este tipo de muertes una calificación profunda, que vaya a la médula de laperversidad, que defina claramente que se trata de crímenes evitables. Que si murieron dos niños ahora y varios más hace nueve años es porque hay un Estado que consiente. Que pacta. Porque “clandestino” significa “oculto, secreto” y la existencia de este tipo de talleres que prolongan el viejo sistema de la cama caliente es un secreto a voces: obreros esclavizados descansan rotativamente en unacama mientras sus compañeros de infortunio trabajan. Se reemplaza así a la vieja estructura en la que las grandes marcas tenían talleres propios de producción.
Lily Whitesell retrata en “Y aquellos que partieron: retratos del éxodo boliviano” historias como las de Simona Velásquez: “Sus horas de trabajo empezaban a las 8 am y no terminaban hasta la 1 am, siete días a la semana. Al final del día…